- Oye, papá, ¿por qué tenemos que ir al colegio?
- Para aprender muchas cosas.
- Ah... ¿Y por qué tú eres mi papá y los demás no?
- Pues porque tú eres mi hija...
- Ah, ya. Oye, papá, ¿Y qué es el Dinero, para qué sirve?
- Pues hay ricos y pobres...
- Papá, si no hubiera Dinero ¿no habría pobres, no?
- Pues, supongo que no.
- Oye, papá: ¿y qué es el Futuro?
- Pues lo que va a venir.
- ¿Y el Futuro va a venir seguro?
- Claro.
- Entonces, no tenemos que preocuparnos de él, ¿no?
- Pues, no sé... Sí, nos tenemos que preocupar para que venga lo que queremos.
- Entonces el Futuro no es lo que va a venir, ¿no?
- Bueno, claro, no. Sólo lo que a lo mejor viene, por eso hay que ocuparse de él.
- Y si no nos ocupamos, ¿no viene nada?
- Pues, no sé.
- Oye, y si ahora nos ocupamos de lo que va a venir, ¿es que ahora no pasa nada?
- Bueno, eso. Ahora nos ocupamos de lo que va a pasar en el Futuro.
- Ah... Pero entonces ¿nunca pasa nada que no sea ocuparnos de lo que va a pasar?
- Bueno, no sé. A veces.
- Papá, ¿y los manzanos se ocupan de su Futuro?
- No. Los manzanos, no se ocupan de nada. Pero nosotros no somos manzanos.
-¿Y qué somos?
- Pues, eso: Hombres.
- Ah, ¿y eso qué es?
- Pues, no sé. Lo que no es un manzano, ni un perro, ni una piedra...
- ¿O sea que somos lo que no son las demás cosas?
- Pues, sí. Bueno, no. Somos lo que somos. Bueno, no sé.
- Papá, ¿y qué es morirse?
- Pues que ya no estás.
- ¿Como ahora mamá?
- No, mamá ahora está trabajando, pero después vuelve.
- ¿Y cómo lo sabes que va a volver?
- Pues porque sí, porque es su casa.
- Pero ¿y si no vuelve es que se ha muerto?
- No. Porque si se muere, nos avisan los señores del trabajo.
- ¿Y cómo saben cuándo avisarnos? Porque si morirse es que ya no estás, a lo mejor es que se ha ido y luego vuelve.
- No, pero es que a alguien que se muere... se queda su cuerpo quietecito, sin moverse.
- Ah, ¿pero entonces sí está?
- Sí, está, pero ya no se mueve.
- ¿Ni habla?
- Claro, ni habla.
- Entonces morirse, ¿es no hablar?
- Es estarse quieto: ni hablar ni nada.
- Ah, es lo que nos dicen en el colegio: que nos estemos quietos y no hablemos. ¿Eso es morirse?
- Sí, algo así, pero para siempre.
- ¿Y yo me voy a morir?
- Claro. Todos nos morimos.
- ¿Y cómo lo sabes?
- Pues, no sé. Porque no se conoce a nadie que no se haya muerto.
- Pero, yo no estoy muerta, ¿no?
- No, mi reina.
- ¿Y tú estás muerto?
- Tampoco.
- Pero entonces, tú me conoces a mí y yo a ti, y no nos hemos muerto...
- Bueno, quería decir, que de los que ya se han muerto, no se sabe de ninguno que no se haya muerto.
- Ah... Oye, papá: ¿y si estás muerto, tampoco oyes lo que dicen los otros?
- Tampoco.
- ¿Y por qué lo sabes?
- Pues, no sé. Porque no hay indicios de ello, Clarita.
- ¿Y qué son indicios?
- Pues que no se ve nada que demuestre que un muerto oye.
- ¿Y cómo se demuestra?
- Pues eso, reaccionando de alguna forma.
- ¿Y eso qué es?
- Pues moviéndose o diciendo algo.
- ¡Pero si los muertos no se mueven ni hablan, papá! Lo acabas de decir... ¿¡cómo se van a mover!?
- Bueno, pues no oyen, porque no tienen actividad en el cerebro, hija.
- ¿Y qué es eso?
- Pues dentro de la cabeza, lo que nos sirve para oír.
- ¡Pero eso son las orejas, papá!
- Sí, hija. Pero de las orejas, el sonido va por unos tubitos delgaditos hasta el cerebro, que también está en la cabeza.
- Ah, ¿y allí llegan los sonidos?
- Claro.
- ¿Y el cerebro qué hace con los sonidos?
- Pues los procesa.
- ¿Qué?
- Que los coge como si fuera una carta, la abre y nos la lee a nosotros, y entonces oímos lo que suena.
- Ah. O sea que el cerebro es el que nos habla.
- Bueno, algo así, hija.
- ¿Y cuando nos habla, nos lo dice al oído o cómo nos lo dice el cerebro?
- No, hija. Ya nos lo dice... directamente.
- ¿Cómo?
- Bueno, no sé. Pero, mira: Antes decías que para qué ibas al colegio: Pues para esto: Para que allí los profesores te enseñen todo lo de los sonidos, el cerebro y más cosas.
- Ah... ¿Y tú también has ido al colegio?
- Claro, nena.
- Y entonces, si has ido y en el colegio enseñan cómo se oyen los sonidos, ¿por qué no lo sabes, papá?
- Pues... porque ya no me acuerdo. Así que estate bien atenta en el colegio, y cuando te lo espliquen, que me lo puedas enseñar tú a mí, ¿vale?
- Bueno...
- Y ahora, te voy a poner un ratito los dibujos, pero sólo un ratito, ¿eh?, que no se puede estar siempre con la tele.
- Pero, si no me apetece...
- Sí, sí. Pero sólo un poco, ¿eh? Porque son dibujos que además te sirven para aprender inglés... ¡Y sale el conejito Tontolbote, el que te gustaba! ¿A que te apetece?... Venga, sí, ale.
(Pablo. Allariz, enero 2014)
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